Estad preparados, se acerca vuestra salvación

Hoy comenzamos el Adviento, un camino de preparación que nos debe llevar a vivirla Navidad y cuya característica principal es la esperanza. El profeta Isaías nos anuncia un mensaje de esperanza y de paz: “De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas”. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no  se adiestrarán para la guerra”.  Sin embargo, lo que está ocurriendo con la guerra de Ucrania, y con otras guerras nos cuesta esperar que la paz sea posible. Y corremos caer en el peligro de la desesperanza diciendo todo está mal, nadie puede arreglar esto.

La esperanza cristiana no es sólo optimismo, no es esa capacidad de mirar las cosas con buen ánimo e ir adelante. Esto es algo bueno, pero no es la esperanza cristiana. La esperanza cristiana no es un sentimiento o un deseo de que algo bueno ocurra.

La esperanza cristiana es un encuentro con Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre que murió en la cruz y resucitó para nuestra salvación.

En la Navidad celebramos el encuentro de Dios con el ser humano. Dios se hace hombre para llegar hasta nosotros.

 El Adviento es el tiempo de espera y esperanza que nos preparamos par encontrarnos con el Señor. Es verdad que la realidad social y personal en que nos toca vivir es difícil y dura, sin embargo el Adviento nos prepara para encontrarnos con el Señor, a salir de lo inmediato, de lo que nos produce desesperanza y abrir nuestra mirada en la promesa de salvación que nos hace Jesucristo.

Jesús en este primer domingo de Adviento nos hace una invitación: Estad bien preparados, porque a la hora que menos lo penséis viene el Hijo del hombre.

En la oración colecta hemos pedido:”Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene…”

Y por eso San Pablo en la segunda lectura nos invita a cambiar nuestro estilo de vida: dejad las obras de las tinieblas y poneos las armas de la luz.

Cada Adviento tiene que acercarnos un poco más a la salvación que Jesús nos ha traído, abandonando todo aquello que es pecado en nuestra vida y a vivir como Hijos de la luz.

La esperanza cristiana nos hace confiar que nuestra vida y nuestro mundo está en manos de Dios y que a pesar de las dificultades que atravesamos, al final vencerá Jesús.

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